miércoles, 26 de mayo de 2010

Capitulo IV: Roberto Cavalli

Alcé la vista y me topé con un hombre que rondaba los treinta y cinco años de edad, aunque decir un número era casi seguro fallar en la predicción, ya que, se refleja una apariencia muy madura en su rostro, y sin embargo poseía una dulzura en sus ojos que bien podría ser de un chico de veinte años. Era alto, algo desgarbado en su paso, rubio con el pelo recogido en coleta y tenía los ojos azules más claros que jamás había visto.

- Buenos días, tu eres Rocío ¿verdad?

En ese momento quedé totalmente embelesada por esa voz tan dulce y melódica con la que me habló, casi como en un susurro. No puede creer que estuviera paralizada delante de mi jefe con la sensación de haberme quedado con la boca abierta.

A duras penas puede sobreponerme al primer impacto que me había causado y responder balbuceando:

- Hola, si, yo soy Rocío. Comienzo a trabajar hoy.

En ese momento me respondió con una sonrisa que hubiera conseguido ablandar al corazón mas duro y lo más sorprendente de todo es que ese gesto le daba un cierto aire de hombre duro, de esos tienen que apartar a las mujeres para hacerse paso.

- Bienvenida. Entonces tú eres la ayudante que he pedido a Patrick con tanta insistencia durante estos años. Me disponía a salir a tomar un café, si quieres acompañarme y ya me cuentas cosas de ti para ir conociéndonos.

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