viernes, 21 de mayo de 2010

Capitulo III: Comienza un nuevo día

Crucé el umbral de la puerta hacia la recepción de mi nueva empresa. Beltic se dedicaba a la captación de jóvenes modelos prometedoras de unos diecisiete años, las cuales, llegan a tener una carrera profesional brillante en apenas un par de años. A mí me habían contratado como ayudante de un fotógrafo que trabajaba para la empresa como freelance desde hacía ya diez años.

La suerte había sido inmensa al seleccionarme a mí como ayudante, puesto que este tipo de trabajos son casi siempre por conocidos de conocidos y nunca hay oportunidad de que te valoren por el trabajo realizado. Es cierto que mi experiencia era escasa puesto que todo lo que sabía lo había aprendido de mi padre en su empresa.

Mi padre poseía una empresa de fotografía en Castellón, hace tiempo atrás se había dedicado a la fotografía de modelos y personajes famosos. Trabajaba para una revista de crónica social con gran reputación nacional y además se dedicaba a realizar books a modelos. Este último trabajo era el que más ganancias le reportaba, ya que, poseía gran fama en este tipo de servicios.

Él nunca me habló de mi madre y de mi familia. Es un hombre bastante reservado, que apenas sale de casa salvo cuando le llaman para realizar alguna sesión fotográfica y siempre que no puede evitar tener que desplazarse. Siempre me ha dicho que mi madre murió al dar a luz y que ella no tenía familia, estaba sola en el mundo. Por parte de mi padre, toda su familia esta en el extranjero y no mantiene relación alguna con ellos.

Cuando avancé lentamente hacia la recepción una sensación de pánico recorrió mi cuerpo, un mal presentimiento, una sensación rara en el estómago, no sé cómo describirlo.

-Buenos días, me llamo Rocío, me están esperando en el estudio fotográfico. Comienzo a trabajar hoy para Roberto Cavalli.

Solté la frase casi sin respirar, sin dejar tiempo al cerebro a pensar y reaccionar, por si aún tenía oportunidad de dar marcha atrás.

- Buenos días y bienvenida. Enseguida aviso a Roberto para que salga a recibirla.

Me quedé esperando sentada en unos sillones de color turquesa que estaban situados a la derecha de la recepción y mientras escuché cómo avisaban a Roberto Cavalli por teléfono de mi llegada.

Después de esperar durante veinte minutos, estaba a punto de levantarme y largarme de aquel sitio todo lo rápido que me fuera posible cuando por un pasillo enorme apareció una figura masculina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario